sábado, marzo 29, 2008

La generación inexistente

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por Jaime Mesa

Tomado del suplemento Laberinto de Milenio Diario

Este ensayo discurre acerca de los escritores mexicanos nacidos en los setenta, sobre los problemas que enfrentan y la ausencia de una obra que los legitime y les permita solventar una disyuntiva: construir el Gran Tema o escribir una obra honesta en solitario.





“Escribimos solos pero no aislados”.
José Emilio Pacheco
Como es ya una costumbre, sobre la marquesina se ha vuelto a poner la frase “relevo generacional”. Empieza a hablarse de una generación que aún no existe, que aún no ha hecho nada para demostrar su valía (porque un puñado de primeras novelas o segundas o terceras no es obra) y que simplemente se agrupa por haber nacido en los años setenta. En su edición de invierno 2004-2005 Blanco Móvil publica el ensayo “Historias para un país inexistente” de Geney Beltrán Félix (1976), donde ya comienzan a barajarse nombres como “Generación de la Crisis”, la “No Generación” de escritores nacidos a partir de finales de la década de 1960. Además de la edad, Geney le otorga otros rasgos: “la constatación de que no hay país” y que “ahora sólo existe la perspectiva personal, desunida, libre y en soledad”. De la misma forma, Rafael Lemus en su “Aquí, ahora: cuatro notas sobre la nueva novela mexicana”, publicado originalmente en la revista española Quimera (2007) y recientemente en Confabulario (Núm. 202, 1 de marzo 2008), arriesga una “radiografía de la nueva generación de escritores mexicanos”, según los editores, donde Lemus exige: “Escribir aquí y ahora: no puede pedirse algo más elevado a los nuevos narradores mexicanos. Si sólo cuatro de ellos actuaran de ese modo, la generación quedaría justificada. Porque hay una nueva generación y aún no se justifica”.

A Nosotros (y este nosotros es virtual; es un nosotros que sólo involucra el yo; a mí que ahora escribo), los nacidos en los setenta, nos tocó vivir como escritores el inicio del siglo XXI. Y ante nosotros tenemos una serie de preocupaciones (literarias y sociales) que son a la vez alientos:

1). La impostergable desaparición (una desaparición parcial, claro está) del libro como lo conocemos ahora. 2). El nacimiento en medio de una edad oscura donde la literatura mexicana no es otra cosa que una aparente repetición de intentos fallidos y donde no existe, ni siquiera, una nueva La región más transparente (en el entendido de que ésta es una primera novela y que su autor tenía 30 años y que apareció en 1958) que, acaso, alguien cerca del 2050 podrá repetir. 3). Además de la inquietante conciencia de ser antecedidos por una generación postboom, la de los sesenta que acuñó para explicar su presencia términos —o estrategias editoriales cuyos aportes estéticos son nulos— como McOndo, Crack, y Generación Fría que luego devino en Generación de los Enterradores. 4). También, como enigma (¿inútil? o ¿necesario?), la encrucijada de cien aristas que representa la noción de que actualmente (los ríos temáticos que corren en sentido inverso al gran mar que significó el Tema de la Revolución se están secando) no hay Tema Mexicano. 5). Y de la mano del anterior punto, la incertidumbre de la utilidad de encontrar o buscar el Tema Mexicano, a riesgo de que se confunda con un nuevo nacionalismo.

Tres, o más, podrían ser las posturas ante la catarata de propuestas de lo que los “jóvenes escritores” están haciendo o se vislumbra que harán. Las más representativas, quizá, son dos. La de los escritores que tratan de descubrir cuál es el siguiente Gran Tema (mexicano o no). Y la de los escritores que están en busca de una “obra honesta”, ramificación del individualismo que es, como dice Geney Beltrán, “la única comunidad viable para el escritor es la que él formará en torno de sus textos”.

Esta aseveración nos enfrenta con varios asuntos. ¿Estamos ante la continuación o el inicio?

Para arriesgar una sentencia que valga la entrada al juego de las predicciones (entendiendo que las otras vertientes, la del escritor solitario, casi atemporal, en busca de una obra maestra no necesita explicaciones) y para ubicar lo que en este momento pudiera tener prioridad (y en consecuencia, necesidad de estudio) diremos que estamos en el inicio del Ciclo, sentando las bases temáticas para las obras que habrán de escribirse. No es gratuito que a partir de 2000 una buena parte de las discusiones literarias o extraliterarias se han centrado en este asunto. Ni gratuito es el afán de definir generaciones, de nombrar o denostar grupos, de explicar tipos de literaturas, de hacer antologías, o revisiones de lo que se ha hecho, de sus logros, y de toda clase de arriesgados planteamientos que denotan una natural incertidumbre.

En 2005 Christopher Domínguez (1962) nos dice en qué momento no estamos: “La literatura latinoamericana tuvo su esplendor durante la segunda mitad del siglo veinte”. Luego advierte que por el momento no aparecerán obras como las de los grandes maestros latinoamericanos, y remata diciendo “ninguna cultura tiene por qué librarse de los placeres del estancamiento o de la decadencia”. A manera de cierre de década, quizá, a finales de 2007 Domínguez lanza su controvertido Diccionario crítico de la literatura mexicana (1955-2005) donde sólo menciona a tres autores de los setenta. La generación aún no se ha ganado el derecho más que a ser nombrada como “nueva literatura”.

En busca del tema

El tan criticado ensayo de José Joaquín Blanco (1951) publicado en Nexos a raíz de su lista de “Las mejores novelas mexicanas”, sin embargo, arriesga un par de pistas interesantes. Menciona que luego del tema de la Revolución no hay más que “temas supletorios como la modernidad, y luego la ‘postmodernidad’; el urbanismo, el feminismo, la marginalidad, la crisis, el Crack, el destierro, la frontera, la emigración a Estados Unidos”. Es decir, que sin Revolución no somos más que la misma literatura que se puede encontrar en otros países del tercer mundo. Al respecto, Geney Beltrán dice: “México fue en último término la novela más exitosa y fallida de la literatura y la cultura de casi un siglo”.

Podría notarse que el asunto peculiar es que la tarea para definir el nuevo Gran Tema Mexicano tiene, en principio, que esforzarse en desenraizar el término de sus connotaciones nacionalistas, revolucionarias o folclóricas. El tema es la construcción del No Tema Mexicano. Es decir, la falta o incapacidad para definir cabalmente la identidad que los nacidos en los setenta tenemos frente al mundo global. Lo que se llama tradición, en nosotros no es más que un espejo quebrado en el que ya no conseguimos vernos reflejados.

La búsqueda del Tema Mexicano no es una búsqueda en México, se sale de las fronteras. El nacionalismo ha provocado la repulsión a esbozar un Gran Tema Mexicano. Simplemente es imposible en este país, en este tiempo. Ya no existe lo nacional que en el pasado unificaba. Ahora existe lo global. Si vemos, o arriesgamos los Grandes Temas Globales del Siglo XXI podríamos mencionar la Migración, los Contrastes, la Guerra (¿Estados Unidos podría ser el símbolo?) y el Problema de la Identidad.

Esta imposibilidad, esta aparente pérdida de interés entre Nosotros, esta aparente inutilidad de devanarnos los sesos pensando en este reduccionismo que ubica una literatura en un marco geográfico, la necedad de hablar de una parte de la población mundial inmersa en un cierto tiempo, es el Gran Tema Mexicano. La ausencia de Tema es el Gran Tema Mexicano. Y aquí va lo difícil. Debido a la globalización, a la estandarización del conocimiento, al somos ciudadanos del mundo, la búsqueda, preocupación y escritura del Gran Tema Mexicano es absurda por sí misma, vista como piedra aislada en el ciclo de este país o de la Literatura Mexicana. Sin embargo, entendiendo el tiempo que nos tocó vivir, el inicio de siglo, la decadencia, el estancamiento, podemos suponerlo como un escalón necesario para que se escriba, lo de veras importante, que podría ser la novela del Gran Tema Latinoamericano, o la novela del Gran Tema Global. Y esto, muy a pesar de Nosotros, sucederá muchas décadas hacia adelante.

¿En este sentido el Gran Tema Mexicano debe ser o podría ser per se el Gran Tema Latinoamericano?

No. El Gran Tema Mexicano (la ausencia, el gran espacio en blanco, la nulidad de tema, la nulidad de identidad, la necesidad de explicarme al mexicano que soy ahora, la ausencia de guerras, de represión, de terrorismo, la imposibilidad de mencionar a personajes mexicanos recientes, de la cosa nacional, la contradicción de que nuestra novela mexicana no tiene o no puede hablar de México, el problema estético de que no podemos decir “Carlos Salinas de Gortari” o “chalupa” en una novela, la ausencia, otra vez, la imposibilidad de escribirlo en nuestras novelas) es un escalón necesario para que se escriba la Gran Novela Latinoamericana o la Gran Novela Global. Y de ahí la disyuntiva.

La escritura, como forma, conseguida

Como era necesario a finales del siglo XX, por el momento (porque se supone que ya se logró) ya no hacen falta los recordatorios de que la mayoría de nosotros tenemos un estilo más o menos decente ni que podemos generar atmósferas envolventes ni que usamos el lenguaje de una manera viva y dinámica. Escribimos bien, pero sin una sustancia adecuada para que los lectores se interesen. Nuestros escritores tienen técnica pero no demonio interno.

Los autores que opten por la búsqueda del Nuevo Tema Mexicano se encontrarán con la dificultad, imposibilidad o virtud (según se le quiera ver artísticamente) de que hoy en día no existe un solo México o dos, como en tiempos del Tema de la Revolución, sino diez o quizá más.

Podríamos entendernos si fijamos la búsqueda del Nuevo Gran Tema Mexicano como piedra angular para “producir una obra maestra”, función genuina del escritor según Cyril Connolly (1903).

La sustancia de esta propuesta inútil es que al acto de escribir una obra maestra contando lo humano “a secas” se le agregaría el plus del Tema Mexicano. ¿Por qué? Y, cuidado en esto, no se busca un nacionalismo ramplón del que estamos más que dudosos, sino contar lo más cercano a nosotros los que vivimos en este país: seres humanos que deambulan en un marco geográfico y un tiempo determinados.

Oscurantismo de principios de siglo

Las novelas que en México aparecieron y aparecerán del año 2000 al 2010 (la década inicial) son un amasijo multitemático que aparentemente no tiene cohesión. En este lapso, los escritores de Primera Novela, de Segunda y Tercera dan pasos atrabancados, unos, y cuidadosos, otros, sin que ninguno, lógicamente, haya conseguido Obra. Podríamos aventurar que existen unos 80 (¿quizá 100?, hay que ponerse al día revisando los índices de las antologías) escritores nacidos en los setenta publicando en editoriales comerciales, ganando premios nacionales y apareciendo en revistas y suplementos que circulan en todo el país. Ése, según la nueva moda, es el relevo, los que quitarán a los nacidos en los sesenta (el engañoso peor enemigo de esta generación incipiente) de en medio.

Esta nueva carrera editorial es curiosa, como todas las otras que han existido en el pasado. La de hoy está formada por una generación que, en apariencia, no tiene nada con que romper. Y esto, quizá, es su punto más importante. Para Nosotros, los escritores de los setenta, el Boom latinoamericano no es un peso sobre nuestros hombros, como lo era para Alberto Fuguet (1964) y Sergio Gómez (1962) cuando lanzaron su antología McOndo en 1996. O como lo era para el Crack.

Porque el asunto más importante a resolver que tuvo la generación anterior, la de los sesenta, fue el Boom, y los grandes maestros latinoamericanos. A estas alturas del nuevo siglo, movimientos como el Crack comienzan a entenderse como necesarios y poco a poco se despojan del aire de juego, de “broma literaria”, de truco publicitario con el que nacieron.

Entonces, podría decirse que el Crack o McOndo eran un grito de auxilio ante la asfixia entendible de tener que convivir aún con los grandes maestros. De ahí el rechazo al Tema Latinoamericano, de ahí la salida a contar historias en el extranjero, usando ese engañoso cosmopolitismo renovado (“la tradición central de la literatura mexicana es una tradición cosmopolita”, diría Christopher Domínguez), de ahí, tristemente, que hasta ahora no exista entre los escritores un desafío, no con manifiestos, sino con literatura, a La región más transparente, por usar el tópico del joven que usa los temas, los renueva, propone, transgrede y acierta.

Los nacidos en los sesenta combatieron con fantasmas de carne y hueso a favor del desarrollo de una segunda literatura mexicana, cosa inasible que quizá algún día consigan los nacidos en los ochenta o los noventa, alguien que en el 2030 tenga 30 años. ¡Qué lujo tener en el 2025 veinticinco años, haber leído las necedades de los “viejitos” de inicios de siglo (que seremos Nosotros, los de los setenta), y aún tener 25 años para escribir la Gran Novela Mexicana!

¿Sería una muestra de humildad necesaria imaginar que en estos momentos está naciendo una persona más inteligente y más sensible que nosotros y que, cuando haga la recopilación necesaria de lo que se publicó en la primera década del 2000, mencione nuestras novelas?

Nuestro mejor aliciente es el inicio de siglo. Y esto incluye estar conscientes de la ausencia del Tema Mexicano o los Temas Mexicanos, saber que el cine, las series de televisión y el embrionario internet son, hoy, formas más eficaces de contar una historia. Nuestros nuevos enemigos son ésos (no los autores del Boom; tampoco, por supuesto, los nacidos en los sesenta), son la tala de árboles, el libro como artículo de lujo, las librerías como tumbas con montones de títulos de los cuales la mayoría estaremos arrepentidos de haber comprado; incluso, las casas editoriales como fortalezas inexpulgables que dejan de publicar a mil autores nuevos por los 80 que están publicando; los editores y dictaminadores que lidian con columnas interminables de manuscritos no solicitados de autores que tras varios intentos de publicación se vuelven más viejos y han encontrado en internet (en los blogs e incluso en los ofrecimientos de “publique usted su libro”) el sitio ideal para la exclusión de ese sitio al que sólo unos privilegiados pueden llegar. Actualmente, si un joven de los setenta vende mil libros en un año (de ediciones de 2 mil) publicado por una editorial de prestigio, se asombrará por las 3 mil entradas al mes que puede tener un blog de alguien anónimo pero eficaz en contar sus problemas personales.

Sin embargo, Nosotros (y recuérdese que ese nosotros es virtual), los escritores de la primera década del siglo XXI, aún queremos ver nuestros libros publicados en papel. Aún confiamos en ese objeto que fue el primer soporte de los Grandes Maestros de todos los tiempos.

¿Seremos los últimos que publiquen en papel? ¿Seremos los últimos cuyas primeras novelas se publiquen en ediciones de 2 mil ejemplares, se exhiban en las librerías, sean tomadas de los anaqueles por manos que las acaricien, que huelan el papel y la tinta, y que decidan comprarlo o no, a diferencia de las nuevas tecnologías, ya existentes, que han cambiado los abominables stocks de libros por catálogos digitales, cuyos usuarios revisan, y de los cuales eligen el libro buscado y lo mandan a imprimir ahí mismo?

Somos la generación que escribe bajo esta conciencia. Somos escritores que aún activamente practicamos “el viejo oficio”, lectores de historias de los procesos de los maestros, y autores que aún imaginamos nuestros libros publicados y exhibidos en librerías.

Los escritores, digamos, de los ochenta, aprendieron a escribir a caballo entre la publicación en papel y on line. Con la conciencia de que el mismo archivo de la computadora sirve para ambos estados de su obra. Nosotros no. Somos, pensando románticamente, el último eslabón de la historia del libro conocido como tal que se embonará sin dificultades con el próximo eslabón donde lo virtual sea moneda corriente.

Los escritores que nacimos en los setenta no peleamos contra nadie. No tenemos monstruos persiguiéndonos y eso hace que nos sumerjamos de lleno en nosotros mismos. ¿Entonces, sólo peleamos contra nosotros mismos?

Eso también le da uno nuevo enfoque al “Otro” de nuestra generación que no es nuestro enemigo sino nuestro contrincante. La mayoría de nosotros, los nacidos en los setenta, se conoce, personalmente, o por sus libros; o mejor aún, a través del internet. Miramos sobre nuestro hombro, sí, pero sólo para mantener las apariencias de que cualquiera de nosotros puede conseguirlo algún día.

El desierto en el que se encuentra la literatura mexicana actual necesita muchos grandes escritores. Lo importante, en este momento histórico, es que veinte lleguen a la meta. No hay nada que sirva de cimiento a nuestras obras. Es la temporada del cimiento no de la cúspide.

Pero además, soberbios que somos, jugamos un doble juego. Enterados o no de que somos los antecedentes para la construcción de la literatura, tenemos una conciencia de que somos capaces de escribir una de esas obras fundamentales. Esa engañosa certeza nos la da la falta de culpas, de batallas (necesarias pero infructuosas literariamente), de amargas victorias y derrotas de los escritores de la generación anterior. Somos, de cierta forma, libres. Somos, de cierta forma, “hermosos y malditos”. Somos los que un buen día podemos declarar que los nacidos en los sesenta no valen la pena y que nos bastamos nosotros mismos (aunque no sea del todo cierto, aunque sea una equivocación). Somos los que hablamos por Messenger a través del país entre nosotros y los que seguimos confiando en nuestra juventud, en nuestra percepción de habitantes del nuevo siglo de que lo podemos leer todo al mismo tiempo de que se publica en donde sea. Somos los primeros de los cuales se ha dicho que su literatura, sus temas, podrían haber sido escritos igual por un ucraniano que un senegalés que un mexicano que un francés. Nos han dicho, por eso, escritores de traducción Anagrama.

¿Alguien habrá notado ya que estamos ensayando seriamente nuestras primeras obras en la primera década del 2000? Me refiero a que, aunque autores de otras generaciones lo están haciendo también, ellos asisten a la primera década con el cansancio de la lucha del siglo pasado, luego de haber publicado sus primeras obras a finales del siglo XX, con varias obras maestras de los de antes sobre ellos, y con el balance negativo de no haber, a pesar de tanto grito, de tanto manifiesto, de tantas páginas escritas, desmoronado ni un poco el pasado. Son los guerreros con heridas de guerra, con lanzas de Realismo Mágico atravesándolos, con balas de carabinas 30-30 aun quemándoles el espinazo. Y en esas figuras, en esas derrotas, en esos cuerpos aparentemente sin gracia para nosotros, se encuentra el frente de guerra al que hemos venido no a reemplazar sino a reforzar. De ellos, no de otros, es de quienes realmente debemos aprender. Porque, además, hay una virtud en la mayoría de ellos, una virtud que nuestra juventud aún ahoga: la generosidad. Porque, paradójicamente, los nacidos en los sesenta, con sus espadas quebradas y sus trofeos de guerra no nos ven como enemigos. A diferencia de nosotros, aún tuvieron como maestros de carne y hueso a los escritores que han construido lo que tenemos por literatura. Conocieron a los maestros y no les temen, por eso, a los iracundos y deschavetados aprendices. Ellos vivieron aún bajo la estela del paso enormísimo, que aún levantaba polvareda, de los elefantes ancestrales.

Y quizá alguien de la generación de los sesenta publique en 2010 o 2020 la Primera Gran Novela Mexicana del siglo XXI mientras nuestra natural soberbia y nuestro apuro por remendar la cartografía de temas esté en su apogeo.

Nuestra ventaja, sobre los nacidos en los sesenta, es que el tiempo hará lo que los intentos de manifiesto o intentos literarios no pudieron: los Grandes Maestros Latinoamericanos vivos han pasado de los 70 años, ya escribieron sus mejores libros y esa aura de magnificencia, aunque brilla sin igual hoy en día, no nos deslumbra; aunque tenemos tatuada su importancia. Arriesgo una línea a ser pensada: ¿qué pasará con la novela de un joven que sea publicada el mismo año que uno de estos grandes muera? ¿Logrará sortear los homenajes, las reediciones conmemorativas, las ventas masivas de los nuevos lectores?

La generación de los setenta es egoísta. Estamos ocupados pensando en nuestros temas individuales, renegamos, sin el mayor asomo de ofuscación, de aliarnos como generación porque, en la mayoría de los casos no tenemos una conciencia social fuerte, o sí, pero siempre resulta algo superficial, dicho en entrevistas más bien porque “debe decirse” o porque pensamos que por ahí está en Gran Tema.

Escribimos de México, a pesar de México, o sin México indistintamente. Y entre tantas lecciones que aún no certificamos está esa; y se podría leer así: ante la imposibilidad de hablar de México escribamos de otros lados. Pero, entiéndase, esa imposibilidad nace del deseo impostergable de hacerlo.


Nada nos distingue

No es tiempo de recolectar y hacer estudios de los temas de la generación de los setenta. Son tan variados como nosotros mismos. Tampoco sirve un top ten.

Estamos escribiendo, eso sí. Y publicando. Nuestras novelas iniciales se editan y aparecieron o aparecerán durante estos primeros diez años. Queremos pelear con los más viejos; aun siendo escritores en ciernes no hemos vuelto la mirada —porque no nos preocupa— ante el hecho de que los autores nacidos en los ochenta comienzan a publicar más, usamos internet como otros el correo; sabemos todo lo que hay que saber debido a la información que se desparrama por doquier; cumplimos ya los treinta años pero aún no llegamos a los 40; y aún no sabemos a quién de nosotros, nuestros compañeros de trinchera, le tocará escribir una gran novela, de esas que los jóvenes en 100 años renegarán y acusarán de que los aplastan. Pero sobre todas las cosas, sobre todas las razones individuales, se puede decir que el Nosotros al hablar de los nacidos en los setenta no existe, y en consecuencia, por fortuna, escribimos por razones muy particulares y no para ver si destacamos del rebaño; ni nos importa escribir ensayos que hablen sobre nuestra generación ni despreciamos ni queremos superar a los que nos hicieron adorar este camino; porque sólo queremos escribir historias “honestas”. Porque ese Nosotros es virtual. Ese nosotros soy yo; es quien esto escribe. Y para quienes ésta es una carrera de 100 metros, para otros les basta recorrer el camino con sus propios demonios. El Nosotros, en la generación de los setenta, es un Yo solitario.

¿Estamos deslumbrados con la angustiosa o alentadora realidad de que somos los primeros escritores de este siglo y que a nosotros, con nuestras incertidumbres, incongruencias y soberbia, nos toca inaugurarlo?

Recuadro:

21 autores para el siglo XXI

Presentamos un grupo de autores de “La Generación Inexistente”, que a nuestro parecer están en el proceso de construcción de una obra. Son los autores que han recibido, de una u otra forma, atención y reconocimiento de escritores de las generaciones anteriores, publican en editoriales comerciales en la primera década del siglo XXI y han salido más allá de los círculos locales. Cada uno tiene una búsqueda radicalmente distinta, pero motivada por el deseo de hacer literatura. La lista es una guía de lectura, pero también un juego de azar ante la pregunta: ¿estará entre ellos el autor que se inscriba sólidamente en la tradición de la literatura mexicana?

• Juan José Rodríguez (Mazatlán, Sinaloa, 1970) El gran invento del siglo XX, Joaquín Mortiz, 1998.

• Julieta García González (Ciudad de México, 1970) Vapor, Joaquín Mortiz, 2004.

• David Miklos (San Antonio, Texas, 1970) La piel muerta, Tusquets Editores, 2005.

• Martín Solares (Tampico, Tamaulipas, 1970) Los minutos negros, Random House-Mondadori, 2006.

• Alberto Chimal (Toluca, Estado de México, 1970) Grey, ERA, 2006.

• Vivian Abenshushan (Ciudad de México, 1972) El Clan de los Insomnes, Tusquets Editores, 2004.

• Ernesto Murguía (Ciudad de México, 1972) Un dios para sí mismo, Joaquín Mortiz, 2005

• Bernardo Esquinca (Guadalajara, 1972) Belleza roja. Fondo de Cultura Económica, 2006.

• Guadalupe Nettel (Ciudad de México, 1973)El huésped, Anagrama, 2006.

• Jesús Ramírez-Bermúdez (Ciudad de México, 1973) Paramnesia, Sudamericana /Random House-Mondadori, 2006.

• Heriberto Yépez (Tijuana, 1974) A.B.U.R.T.O, Sudamericana, 2005

Luis Felipe Lomelí (Guadalajara, 1975) Ella sigue de viaje, Tusquets Editores, 2005.

• Federico Vite (Hidalgo-Guerrero, 1975) Fisuras del Continente Literario, Fondo Editorial Tierra Adentro, 2006.

• Eduardo Montagner (Puebla, 1975) Toda esa gran verdad, Alfaguara, 2006.

• Geney Beltrán (Culiacán, Sinaloa, 1976) El hacha puesta en la raíz. Ensayistas mexicanos para el siglo XXI, Fondo Editorial Tierra Adentro, 2006 (antología realizada junto a Verónica Murguía).

• Antonio Ortuño (Guadalajara, 1976) Recursos Humanos, Anagrama, 2007.

• Tryno Maldonado (Zacatecas, 1977) Viena roja, Joaquín Mortiz, 2005.

• Mariño González (Guadalajara, 1977) Vietnam, Guadalajara, Arlequín-UdeG-Conaculta (Fonca), 2005.

• Rafael Lemus (Ciudad de México, 1977) Informe, Tusquets Editores, 2008.

• Jaime Mesa (Puebla, 1977) Rabia, Alfaguara, 2008.

• Emiliano Monge (Ciudad de México, 1978) Arrastrar esa sombra, Sexto Piso, 2008.

viernes, marzo 28, 2008

LECTURA EN ART/KAFÉ + LOUNGE

ART/KAFÉ + LOUNGE, WHERE COFFEE MEETS ART

TE INVITA A LA

PRIMERA LECTURA DE POESÍA MEXICANA CONTEMPORÁNEA

CON LA PARTICIPACIÓN DE

GUILLERMO VEGA ZARAGOZA

Periodista y maestro universitario, mención honorífica en el Premio Nacional de Cuento Efraín Huerta 2001

ERIKA JUSEPPE

Escritora mexicana egresada de la Escuela de Escritores de SOGEM

Y

CLAUDIA ISLAS

Poeta veracruzana, finalista del concurso “Centinelas del Tiempo”

SÁBADO 5 DE ABRIL DE 2008, A LAS 18:00 HRS.

AV. RÍO MIXCOAC NO. 209 ESQUINA PATRIOTISMO,

ENFRENTE DE LA FERIA DE REVOLUCIÓN, DELANTE DE LA UNIVERSIDAD SIMÓN BOLÍVAR.

ENTRADA LIBRE

** VINO DE HONOR **

domingo, marzo 23, 2008

Apuntes de Nebojša Vasovic

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Tomado de La Jornada Semanal

Nebojša [Neboisha] Vasovic (1953)
, poeta, ensayista y polemista serbio, vive en Toronto (Canadá) desde 1988. Ha publicado varios libros de poesía, ensayos y estudios críticos; fue redactor de una revista literaria en Belgrado (Knjizevna rec, 1984–1988). Está traducido en inglés, francés, sueco, polaco, eslovaco, húngaro, rumano, macedonio, esloveno y turco. No perteneció nunca a ningún partido político, pero es beligerante cuando se trata de la conservación y difusión de la cultura y tradición serbias.

La selección de los apuntes traducidos aquí fue hecha por el mismo Vasovic para los lectores de La Jornada Semanal: algunos son del primer tomo de su libro Diarios 1 (2004); escrito en forma de un collage de comentarios acerca de pensamientos ajenos, diálogos breves, cuestionamientos y hasta tentativas de presentar algunas observaciones mediante la imagen literaria.

Este libro no está terminado; el autor está escribiendo lo que serán otros tomos de los Diarios. Algunos de los apuntes presentados aquí son inéditos y, en este sentido, la presente selección es parte de un todo no terminado. El autor insiste en que sus Diarios son una obra abierta, no adherida a ideas predeterminadas y que, incluso, deja la posibilidad de recibir opiniones opuestas acerca de la percepción de los mismos fenómenos; es decir, el autor escribe no para evitar las contradicciones, sino para fijar lo que fue percibido en un determinado momento. Asimismo, estos apuntes, por su naturaleza, más que del discurso filosófico, se encuentran cerca de la poesía, el diario y el diálogo.



A los hombres nada los mantiene tanto a distancia como la modestia. Por eso, el misántropo a menudo se pone la máscara del hombre modesto.



Existen libros en los cuales subrayamos lo más importante. También existen libros que subrayan lo más importante de nosotros.



De todas las artes, el cine es el que más prontamente envejece, porque es el arte que más depende de la tecnología. Las películas filmadas hace cincuenta años parecen más viejas que la epopeya de Homero.



Las ideas se parecen a los emigrantes seniles: no recuerdan de dónde vinieron, qué hacen ahí ni dónde se encontraron en algún momento.



Después de diez años de matrimonio, el marido y la mujer son como hermano y hermana. Después de veinte años, son como dos hermanas.



Hay dos cosas para las cuales el hombre siempre tiene tiempo: para ser sirviente y ser amo.



Los hombres se maquillan con las ideas como las mujeres se maquillan con lápices para ojos y labios. No es milagro alguno que las mujeres sean más bonitas.



¿De qué nos sirve la libertad de opinión si todos pensamos igual?



Es interesante cómo el hombre, cuyo cuerpo se compone de setenta por ciento de agua, es tan avaro cuando se trata de las lágrimas.



Lo que está enterrado más hondo, se excava con las manos.



Hoy en día, a menudo, el hombre hace reverencias al dinero más veces que nunca antes lo hiciera al tótem, el ídolo o Dios. Esto, para algunos, es el progreso.



Los esclavos sabían los nombres de sus faraones. Nosotros, hombres libres, podemos conjeturar libremente los nombres de nuestros amos.



A un dictador constantemente se le critica por la ausencia de ideas. Pero, ¿acaso el hombre no domina mejor a los otros cuando no tiene idea alguna?



Habría que reproducir en un casete algún capítulo de Hegel, y luego oírlo desde el principio hasta el final, como se escucha la música. Sólo así nos percataríamos de que la filosofía se encuentra en el límite de la locura.



La vida nos ofrece demasiado material para la literatura; la literatura, demasiados pocos motivos para la vida.



El hombre que vive demasiado rápido, un día u otro puede pensar que es un genio. No es milagro alguno que la genialidad sea una enfermedad exclusivamente urbana. Quienes viven en los pueblos, los desiertos y las montañas, muy raramente se enferman de genialidad.



Dios creó la voz humana; Satanás, los instrumentos. Esto también se puede comprobar en que la voz humana, a diferencia de los instrumentos, no se puede comprar con dinero.



Sí existen los grandes hombres. Son los que murieron a tiempo para no estar entre nosotros aquí y ahora.



En nuestras vidas, generalmente, actuamos papeles secundarios. ¿Qué papeles, entonces, actuamos en las vidas ajenas?



En los ancianos se puede percibir cierto pudor, propio sólo de ellos. Se avergüenzan no tanto de seguir vivos, a pesar de su ancianidad; ellos se avergüenzan de aquello que han vivido y que la muerte no podrá borrar.



Aquello que perdimos, paulatinamente se vuelve aún más grande. Aquello que conservamos, paulatinamente disminuye.



¡No supieron vivir en esta vida, pero ya se imaginan a sí mismos en aquella otra, eterna!



No está de más recordar que Leopold von Sacher–Masoch, en nombre del cual hoy llamamos masoquismo a determinadas predisposiciones caracterológicas, fue profesor de historia .



“Yo, por primera vez en mi vida, mentí recientemente”, dice con emoción un hombre de cincuenta años. Luego, continúa: “Me gustó tanto que, desde ahora, voy a mentir constantemente para compensar lo que perdí.”

Traducción de Jelena Rastovic

sábado, marzo 22, 2008

Si se hubieran puesto de acuerdo no les sale tan bien, me cae

La de cosas que se encuentra uno cuando se supone que nadie lee periódicos, verdá de Dios.

Este es el incio del texto principal del suplemento cultural Confabulario de El Universal de hoy sábado 22 de marzo:

El infinito viajar
por CLAUDIO MAGRIS

21 de Marzo de 2008

Si la odisea circular de Ulises representa la búsqueda del destino, la travesía moderna que se advierte desde Nietzsche supone una línea titubeante hacia la nada. En el siguiente ensayo, Claudio Magris revisa las vertientes históricas y literarias de dos caras de una misma experiencia que permite, ante todo, fracturar lo cotidiano y abrir paso a lo múltiple: la vida.

“¿Adónde os dirigís?”, se pregunta en Enrique de Ofterdingen, la gran novela de Novalis. “Siempre hacia casa”, es la respuesta. El suyo es uno de los grandes libros en los que el viaje aparece cual odisea o metáfora del viaje a través de la vida. Toda odisea pone el punto interrogativo en la posibilidad de atravesar el mundo haciendo de ello una experiencia real y formando así la propia personalidad. La pregunta es si Ulises —especialmente el moderno— vuelve finalmente a casa y, a pesar de las más trágicas y absurdas peripecias, ha confirmado su identidad y encontrado o corroborado un sentido de la existencia o descubre tan sólo la posibilidad de formarse; o bien si pierde el significado de su vida y se pierde a sí mismo en el camino, disgregándose en vez de construirse el suyo.

El sujeto en la visión clásica, aún extraviado frente al vértigo de las cosas, acaba por encontrarse a sí mismo en la confrontación con ese vértigo; atravesando el mundo —viajando en el mundo— descubre su propia verdad, esa verdad que al principio es tan sólo potencial y latente en él y que traduce en realidad a través de la confrontación con el mundo. El héroe de Novalis viaja por lejanías espaciales y temporales pero para llegar a casa, para encontrarse a sí mismo a través del viaje. En El principio esperanza, Bloch dice que la Heimat, la patria, la casa natal que cada cual en su nostalgia cree ver en la infancia, se encuentra en cambio al final del viaje. Éste es circular; se parte de casa, se atraviesa el mundo y se vuelve a casa, si bien a una casa muy diferente de la que se dejó, porque ha adquirido significado gracias a la partida, a la escisión originaria. Ulises vuelve a Ítaca, pero Ítaca no sería tal si él no la hubiera abandonado para ir a la guerra de Troya, si no hubiese quebrado los vínculos entrañables e inmediatos con ella para poderla reencontrar con mayor autenticidad.

Sigue en: http://www.eluniversal.com.mx/graficos/confabulario/marzo-21-08.htm


Y este es un fragmento del artículo principal de Laberinto, suplemento cultural del periódico Milenio Diario de este mismo sábado:

El infinito viajar
por Claudio Magris


En estos días comienza a circular en México el nuevo libro del escritor italiano, casi 40 crónicas en las que muestra una filosofía de vida. Con autorización de Anagrama, publicamos fragmentos del prefacio en el que explica su concepción del viaje.

22-Marzo-08

3 “¿Adónde os dirigís?”, se pregunta en Enrique de Ofterdingen, la gran novela de Novalis. “Siempre hacia casa”, es la respuesta. El suyo es uno de los grandes libros en los que el viaje aparece cual odisea o metáfora del viaje a través de la vida. Toda odisea pone el punto interrogativo en la posibilidad de atravesar el mundo haciendo de ello una experiencia real y formando así la propia personalidad. La pregunta es si Ulises —especialmente el moderno— vuelve finalmente a casa y, a pesar de las trágicas y absurdas peripecias, ha confirmado su identidad y encontrado o corroborado un sentido de la existencia o descubre tan sólo la posibilidad de formarse; o bien si pierde el significado de su vida y se pierde a sí mismo en el camino, disgregándose en vez de construirse el suyo.

El sujeto en la visión clásica, aun extraviado frente al vértigo de las cosas, acaba por encontrarse a sí mismo en la confrontación con ese vértigo; atravesando el mundo —viajando en el mundo— descubre su propia verdad, esa verdad que al principio es tan sólo potencial y latente en él y que traduce en realidad a través de la confrontación con el mundo. El héroe de Novalis viaja por lejanías espaciales y temporales pero para llegar a casa, para encontrarse a sí mismo a través del viaje. En El principio esperanza Bloch dice que la Heimat, la patria, la casa natal que cada cual en su nostalgia cree ver en la infancia, se encuentra en cambio al final del viaje. Éste es circular; se parte de casa, se atraviesa el mundo y se vuelve a casa, si bien a una casa muy diferente de la que se dejó, porque ha adquirido significado gracias a la partida, a la escisión originaria. Ulises vuelve a Ítaca, pero Ítaca no sería tal si él no la hubiera abandonado para ir a la guerra de Troya, si no hubiese quebrado los vínculos entrañables e inmediatos con ella para poderla reencontrar con mayor autenticidad.

Texto completo en: http://www.milenio.com/suplementos/laberinto/nota.asp?id=606779

Aquel que encuentre las 10 diferencias en ambos textos completos, se hará acreedor a un paquete de dulces Salvavidas como premio a su perspicacia.

Felicitaciones al Cartujo y al inefable HdeM, que se la han de estar pasando de poca en alguna de las playas del carnal Marcelo.

Feliz Sábado de Gloria.

viernes, marzo 21, 2008

Juno o cómo me deshice de una cosa estorbosa que no me hubiera dejado gozar de las cosas bonitas de la vida



Pues finalmente fui a ver la tan mentada Juno, a la que los “genios” mercadotécnicos de la distribuidora le pusieron el subtítulo de “Crecer, correr y tropezar” o alguna mamada por el estilo que no tengo ganas de corroborar. Háganme ustedes el rejodido favor: como si el público fuera idiota y no entendiera de qué se trata una película porque tiene un nombre poco común. ¿O es que el respetable sí será de plano idiota y todo habrá que dárselo peladito y en la boca para que no se esfuercen tanto las dos neuronas que todavía le funcionan después de tanta telenovela y futbol por televisión? Vaya uno a saber.

Pero la cosa es que la fui a ver porque por todos lados la recomendaban: que está bien buena, que re-entretenida y rete-inteligente, que totalmente irreverente y que ahora sí se atrevía el cine gringo a tratar el tema del aborto sin cortapisas y con humor cabrón, y que bla bla bla.

Fui el lunes santo al cine que está a la vuelta de mi casa y la sala estuvo casi llena. Eso ya me olía, de entrada, mal.

Empezó la peli. Originales créditos, mezclados con animación, como de comic. Bueno, primer punto a favor. La cosa no sería tan seria ni lacrimógena, pensé.

Entramos de lleno al conflicto: una niña de 16 años (la tal Juno del título, interpretada por Ellen Paige, que creo que la nominaron al Oscar por esto) va a la farmacia a hacerse por tercera vez una prueba de embarazo. Y por tercera vez sale positiva. En la madre, ¿y ahora?

Lo bueno es que la sociedad gringa es tan alivianada que el boticario se entera primero de estas cosas, antes que los papás de la interfecta o el mismo galán que aportó la mitad de la información genética para el “producto”.

Pero la tal Juno es una chavita atípica por todos lados: inteligentísima, sarcástica, burlona, cabrona, crítica de todo y de todos. Ella hace lo que se le da su pinche gana, importándole madres lo que piensen los demás. Nada más que, de tan cabrona, se le fue lo más importante: coger con condón. Chin.

Y ni siquiera se le puede echar la culpa a la calentura, que se haya emborrachado y dejado seducir por el galán de la escuela en una fiesta, porque ella misma se echó al plato al Babotas, el corredor de la clase, un nerdazo patas flacas, hijo de mami, medio idiota, pero con un corazón de oro, a fin de cuentas.

Y decía que la sociedad gringa es tan buena onda (a Bush gracias) que ya todo lo tiene pensadísimo para hacerles la vida más llevadera a las chicas que dieron “su mal paso” (como decían las abuelitas): resulta que en el Gabacho, en cualquier pueblo o ciudad bicicletera como la de la película (creo que de Minnesota, ja, Mi Nezota) hay una cosa que se llama “Mujeres Ahora” que da servicio gratuito de espantacigüeñas… ay perdón, de “interrupción asistida del embarazo”. Y todo gratuito, bendito sea el Gran Dios Dólar y la seguridad social del capitalismo salvaje.

Nada más que a la Juno, tan decidida y tan inteligente y tan cabrona ella, de repente le da un ataque de conciencia y luego de ser evangelizada por una chale tarada que sostiene una pancarta antiaborto a las puertas del edificio de la dichosa organización asistencial, se encuentra con que la que atiende a las “mujeres en aprietos” es una darketa indolente que le ofrece un condón sabor uva.

Juno sale corriendo y decide que mejor no. Que lo correcto es que el niño nazca y se lo regale a una pareja que sí lo quiera, lo mantenga y le dé todo lo que ella ni naciendo cuatro veces le va a poder dar (digo, dinero y cosas materiales, porque de amor mejor ni hablamos).

Y como ya empezamos a sospechar que la sociedad gringa es a toda madre, las parejas que buscan adoptar un niño se anuncian en El Aviso Oportuno de las revistas, en la misma sección que las chicas que dan “masajes ejecutivos”. Allí, Juno encuentra a la pareja ideal, con todo y foto, que vive en un fraccionamiento exclusivo de los suburbios (hagan de cuenta Tecamachalco, pero diez veces más ricos).

Ah, pero antes se lo tiene que decir a sus papás (bueno, a su papá y a su madrastra), que son la buenísima onda, we. Ellos estaban más preocupados de que se drogara, anduviera de terrorista apoyando a las FARC o algo peor.

Pero la nena es un encanto de responsabilidad y conciencia, y aceptan de mil amores y sin chistar su decisión de regalar al niño en cuanto nazca. Vamos, ni un pinche gritito melodramático le da el papá (por cierto, interpretado por el actor que la hace de J. Jonás Jameson, el jefe de Peter Parker, en El Hombre Araña). No cabe duda que la sociedad gringa ya avanzó muchísimo en eso de la tolerancia y la educación de los hijos, me cae de madre.

Los candidatos a padres adoptivos son una pareja de yuppies insatisfechos de tanto éxito y tanta lana que se meten: tienen una casota chingonsísima, camionetota a la puerta y cuentísima en el banco. Ella: una trabajólica-control freak-bulímica-anoréxica-health freak-vigoréxica (o sea todas las enfermedades modernas de la gente que “es tan pobre que no tiene más que dinero”, como Cris-cris-cristina Onassis, según Sabina). Él: alguna vez tuvo sueños (quiso ser rockstar, como Curkobein, nimásnimenos maese), pero se vendió al cochino sistema, ahora hace jingles para comerciales, escucha a Sonic Youth, colecciona comics japoneses carísimos y usa camisetas usadas estampadas con logos de bandas alternativas y pantas de mezcla gastados, pero de diseñador (faltaba más, señor).

Con esos antecedentes, la perspicaz Juno tarda como siete meses en enterarse de que los yuppies de marras (cómo me encanta escribir eso de “de marras”, como el pendejo del Hugo García Michel, director del fenecido pasquín La Mosca en la Pared, que cree que con escribir “de marras” ya es un intelectual como Monsiváis, pero bueno, ya me desvié del asunto de marras, jajaja). Decía que los yuppies de marras llevan una vida vacía y carecen de lo mero principal: no tienen AMOR, A-M-O-R, AAAAAAMMMOOOOOORRRRRRR. ¿Dig it? Y creen que con un niño van a llenar ese vacío que tienen en su vida tan vacía (valga la redundancia para destacar la vacuidad de los yuppies de marras).

¿Qué hará nuestra heroína? ¿Se quedará con el chamaco y vivirá como madre soltera? ¿Terminará como teibolera para pagarle la universidad al ingrato chaval que luego la rechazará y desconocerá (lo cual ameritaría una secuela, digna de Ismael Rodríguez)? ¿El Babotas patas flacas que la embarazó entrará en razón y le propondrá matrimonio, para después mandarla a volar porque no soportará lo mamona e insoportable que es la Juno y siempre lo hará sentir un estúpido y fracasado? ¿Se meterá ella de terrorista con Al Qaeda y encomendará a su chilpayate a la causa santa de Alá en contra del demonio estadounidense?

Nones, como dijo Tom Jones.

Claridosa como es la tal Juno, tomará una decisión salomónica: dado que los yuppies se han separado, le regalará el niño a Ella (al fin y al cabo, Él tiene sus discos y sus guitarras, así que no necesita más para llenar su vacía existencia), y se dará cuenta, ya sin el inconveniente del mocosín, que el Babotas es el hombre de su vida (bendito sea el Señor). Al final, Juno y Babotas “cantan” (es un decir) una rola estúpida como la película. Fin.

Obviamente, la mayoría de la audiencia sale feliz y satisfecha. Todo se resolvió positivamente. Qué bonito es lo bonito, caray.

Pero, entonces, ¿por qué yo siento una especie de decepción rayana en el encabronamiento, casi con ganas de pedir que me regresen lo que pagué por el boleto? ¿Es que soy un amarguetas, no tengo corazón y estoy en contra de las cosas bonitas de la vida?

Está bien, es una película y una película no necesariamente tiene que reflejar la realidad tal cual, pero ¿se puede mentir tan impunemente, ser tan tramposo como para abordar un tema tan polémico como el embarazo no deseado en los adolescentes de manera tan superficial y, además, que el público aplauda a rabiar tanta falsificación, porque prefiere eso a tener que pensar sobre las verdaderas implicaciones que tiene ese problema en la sociedad del país en el que vive?

Ah, sí: por eso nuestro presidente está haciendo cosas para que dejemos de ser nacos, gandallas, feos y pobres, y podamos ser, ahora sí, como los gringos: ricos, bondadosos, guapos y buena onda.

Y me dio más coraje porque la única película en la que he actuado (ejem, ahí viene el artero autocebollazo), titulada Una vida que salvar (escrita y dirigida por Andrés Castuera, y actuada por alumnos de la Universidad del Valle de México y producida por el Colectivo C.I.N.L.A.N.A) trata precisamente sobre el mismo tema que Juno, nada más que nosotros no tuvimos todas las facilidades para hacerla como en Hollywood, a pesar de que Juno sea una producción modesta y escrita por una ex teibolera convertida en escritora (la tal Diablo Cody): se filmó con una sola pinche camarita digital, los curas no quisieron prestarnos una iglesia para filmar en cuanto se enteraron de qué iba la peli, se editó en los tiempos muertos de los laboratorios de comunicación de la universidad, apenas se ha podido exhibir, no ha habido lana para lanzarla en DVD (razón por la cual, mis chamacos, ni siquiera yo puedo disfrutar una y otra vez mi excelsa actuación, a la altura de De Niro o Pacino, como el padre Salvador, que tiene un papel fundamental en la trama; es decir, sin mí no hay película, para acabar pronto).

O sea: la hicimos a la mexicana, como a la mexicana las miles de mujeres (adolescentes y adultas, hasta casadas) tienen que enfrentar ellas solas a una sociedad retrógrada, mojigata, hipócrita y misógina que se resiste, en pleno siglo XXI, a reconocer que la mujer es dueña de su cuerpo, pero además se niega a impartir, primero, la educación necesaria para que no sucedan embarazos indeseados, y si ésta falla, a proporcionar la asistencia médica y psicológica para que las mujeres que se enfrenten a esa traumática experiencia lo hagan de una manera menos riesgosa y desfavorable (con todo y que exista nueva y progresista legislación al respecto: una cosa es la realidad que vive cotidianamente el pueblo y otra la que perciben y viven los botarates de los legisladores y políticos que nos desgobiernan).

Pero eso sí: Juno fue la primera película de Fox Searchlight, el estudio que la produjo, que se mete 100 millones de dólares en taquilla, nomás en EUA, cuando apenas costó 7 y medio milloncitos (con eso se hacen como 20 películas en México y hasta sobra para darles de comer decentemente a los miembros de la producción y sus familias durante lo que dure el rodaje de las 20).

BTW: En la película se hace referencia a que Morgan Freeman estuvo en la película The Bone Collector, pero en realidad el que salió en dicha cinta fue Denzel Washington (al parecer este error fue deliberado, según la IMDB). Pero donde sí está mal es en la referencia a que Juno "es la esposa de Zeus". Una cosa es Zeus (griego) y otra Júpiter (romano). Juno es la diosa esposa de éste último, la del otro se llama Hera. Aunque a veces se consideren casi lo mismo, no es igual la gimnasia que la magnesia, a pesar de que a la claridosa e "irreverente" Juno le parezca chistoso o irrelevante saber el origen de su propio nombre: otra muestra de la "ligereza" que domina la película.

Ah, pero qué chistosa y ocurrente es la escuincla, eso que ni qué (eso de que a los niños en China los regalan como iPods o que los avientan como camisetas en los estadios es de risa loca).

Pues eso.

No Te (Olvides de Mí)


El perpetrador de este remedo de blog quiere dedicar esta rola a Kenny Lomelí (Remember Aguas, a long time ago, my friend?), la mejor amiga de toda su vida, pero de la que no sabe nada desde hace hace casi tres años porque no tiene su mail ni su fon en el Gabacho, pero sabe que lee este espacio. Vero: comunícate, no seas mala onda. El Vega te extraña).

Don't You (Forget About Me)

As performed by Simple Minds
Music & Lyrics : Steve Schiff & Keith Forsey

Hey, hey, hey ,hey
Ohhh...

Won't you come see about me?
I'll be alone, dancing you know it baby

Tell me your troubles and doubts
Giving me everything inside and out and
Love's strange so real in the dark
Think of the tender things that we were working on

Slow change may pull us apart
When the light gets into your heart, baby

Don't You Forget About Me
Don't Don't Don't Don't
Don't You Forget About Me

Will you stand above me?
Look my way, never love me
Rain keeps falling, rain keeps falling
Down, down, down

Will you recognise me?
Call my name or walk on by
Rain keeps falling, rain keeps falling
Down, down, down, down

Hey, hey, hey, hey
Ohhhh.....

Don't you try to pretend
It's my feeling we'll win in the end
I won't harm you or touch your defenses
Vanity and security

Don't you forget about me
I'll be alone, dancing you know it baby
Going to take you apart
I'll put us back together at heart, baby

Don't You Forget About Me
Don't Don't Don't Don't
Don't You Forget About Me

As you walk on by
Will you call my name?
As you walk on by
Will you call my name?
When you walk away

Or will you walk away?
Will you walk on by?
Come on - call my name
Will you all my name?

I say :
La la la...


miércoles, marzo 19, 2008

El fin de la infancia

Murió Arthur C. Clarke, visionario de la era espacial

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Con más de 90 obras literarias, el escritor y divulgador científico fue el primero en predecir el uso de naves espaciales reutilizables, el efecto 2000 y la proliferación del teléfono celular. Uno de sus mayores éxitos fue escribir con Stanley Kubrick 2001: Odisea del espacio.


Tomado de Milenio Diario


"Algunas veces me preguntan cómo me gustaría ser recordado. He tenido una carrera diversa como escritor, explorador submarino y promotor del espacio. De todas ellas, me gustaría ser recordado como escritor”, señaló recientemente Arthur C. Clarke, quien falleció ayer, a los 90 años, en el Hospital Apollo de Colombo, en Sri Lanka.

Autor del libro que inspiró al director de cine Stanley Kubrick para 2001, Odisea en el espacio, para muchos el filme espacial definitivo, el escritor británico fue hospitalizado en diversas ocasiones por una insuficiencia respiratoria después de su 90 aniversario, en diciembre pasado.

“Clarke, que en 1945 previó el desarrollo de las comunicaciones por satélite, escribió más de 90 libros a lo largo de su carrera. Era el más célebre de los extranjeros residentes en Sri Lanka, en donde una academia lleva su nombre.

Además de ciencia ficción, Arthur Clarke escribió más de 100 obras científicas y filosóficas en las que trató de determinar el lugar del hombre en el Universo. Obras como Childhood’s End y Rendezvous with Rama, llevaron a los críticos a compararlo con Isaac Asimov y Robert Heinlein, los grandes maestros de la ciencia ficción.

Nacido el 16 de diciembre de 1917 en Minehead, Inglaterra, fue desde niño un aficionado a la astronomía y en 1949 el apartamento en que vivía en Londres se convirtió en el cuartel central de la Sociedad Interplanetaria Británica de la cual fue su presidente.

Durante la II Guerra Mundial prestó servicio en la Real Fuerza Aérea y se dio tiempo para escribir estudios técnicos y obras de ciencia ficción. Sin embargo, sólo logró publicar su primera Rescue Party en 1946, cuando el conflicto ya había concluido.

Su influencia no solo alcanzó la excelencia literaria, pues muchas de sus obras científicas introdujeron diversos conceptos que ahora son moneda de curso normal en el mundo de la tecnología.

Por ejemplo, una de ellas Can Rocket Stations Give Worldwide Radio Coverage? (1945) planteó por primera vez la idea de que los satélites geoestacionarios podían ser excelentes centros de las telecomunicaciones.

En 1969, cuando era considerado el principal profeta de la era espacial, Clarke se unió a la cadena de televisión estadunidense CBS para narrar junto al astronauta Wally Schirra la llegada de la cápsula Apolo a la Luna.

El escritor volvió años después a esa cadena de televisión para informar sobre las misiones Apolo 12 y Apolo 15.

En 1988, el escritor sufrió el síndrome postpolio que lo relegó a una silla de ruedas y en 1998 estuvo a punto de recibir el título de caballero del Reino Unido. La investidura, postergada luego de que el diario The Sunday Mirror lo acusara de ser un pederasta, se realizó en Sri Lanka dos años después.

En 1953, Clarke se casó con la estadunidense Marilyn Mayfield, pero su matrimonio duró solo seis meses y hasta su muerte fue perseguido por las dudas acerca de su orientación sexual.

“No estaba destinado para el matrimonio (...) aunque creo que todos deberían casarse al menos una vez”, aseguró.

“No estamos solos en el Universo”

El pasado mes de diciembre, cuando celebró su “nonagésima órbita alrededor del sol”, comentó en una de sus últimas charlas con la prensa: “Si me concediesen tres deseos, quisiera ver alguna evidencia de vida extraterrestre. Siempre he creído que no estamos solos en el Universo, pero aún esperamos que E. T. nos muestre algún signo de su existencia. En segundo lugar, desearía que desterráramos nuestra dependencia y adicción del petróleo y adoptáramos energías limpias. El cambio climático nos empuja de forma urgente a este cambio de mentalidad. He vivido en Sri Lanka durante los últimos 50 años, y casi la mitad de ese tiempo he sido un triste testigo de la terrible guerra que lo divide. Deseo profundamente ver que la paz duradera arraigue en Sri Lanka tan pronto como sea posible.”

Aunque se declaró antimístico y con prejuicios contra toda religión organizada, “no creo en Dios ni en la vida después de la muerte”, en cierta etapa de su vida también mostró intereses en los fenómenos paranormales, afición claramente reflejada en su novela Childhood’s End.

Odiseas literarias

Las arenas de Marte (1951)
Una odisea espacial (1968)
2010: Odisea dos (1982)
2061: Odisea tres (1987)
3001: Odisea final (1996)
Islas en el cielo (1952)
En las profundidades (1957)
Fuentes del paraíso (1979)
El martillo de Dios (1993)
Luz de otros días (2000) (con Stephen Baxter)

jueves, marzo 13, 2008

Aunque bien sé que no me extrañas

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por Rubén Bonifaz Nuño


Aunque bien sé que no me extrañas,
aunque tengo la razón, me acuerdo:
el cáncer terminó; te ausentas
por todo lo mal que supe amarte.

Ya fui desventurado cuando
estuviste aquí, y en el momento
donde te vas, me desventuro.
La sola ventaja de estar ciego
es acaso no poder mirarte.

Ya morir sin arrepentimiento
es mi esperanza, y te lo digo
porque al fin te conozco;
que si he pedido muchas cosas,
pude pagar con sobreprecio
las pocas que me fueron dadas.

Mientras más mal te portas, mucho
más te voy queriendo, y porque espero
menos, me injurio y te acrecientas.
Así tuvo que ser: de tanto
que te procuré, me aborreciste;
tan sólo pesares te he dejado.

Raspaduras de celos, dudas
que no opacaron la certeza
de cuanto en ti me desolaba.

Tú, como si nada, te diviertes;
pero entristécete:
si todos sabrán que estoy quemado,
ninguno sabrá que por tus llamas.

Vete como de veras; pierde
el número atroz de este teléfono,
la dirección que no aprendiste,
aquel corazón tan despistado.

Igual sigue siendo todo; nadie
hay como tú, por mi fortuna;
pero a nadie como tú he llegado.

En el agua escrito y en el viento
quedó el amor perpetuo. Sombras.
Y me quemo, y de mejor violencia.
ay, mamá, te alumbro al apagarme.

Ya te conozco, ya obligado
soy a bien quererte y despreciarme.
Pero no, porque me da vergüenza;
pero sí, porque me estoy muriendo
sin voluntad ni penitencia.

Y por todo: porque no quisiste
permanecer, porque me olvidas,
porque me voy tristeando, gracias
te doy. Y por andar de noche.

miércoles, marzo 12, 2008

Miss Santo Oral

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San Matías

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Santa Juana de Arco

Según esta página católica, estos son los santos que me tocan por el día en que nací (14 de mayo):

-San Matías, apóstol, Judea, s. I.

-Santa Juana de Arco (31 mayo), 1432.

-Santa Gema Galgani, virgen.

-San Bonifacio, mártir, Tarso (Asia Menor), siglo IV.

-San Poncio, mártir, Francia 257.

-San Víctor y Santa Corona, mártires, Siria, s. II.

-Santas Justa, Justina y Henedina, mártires, Cerdeña.

-San Pascual, papa, que sacó innumerables cuerpos de mártires de las Catacumbas y los distribuyó por todas las iglesias de Roma, 824.

-San Bonifacio, obispo, Forentino (Italia), s. VI.

-San Pomponio, obispo de Nápoles, 538.

-San Pacomio, abad, fundador de innumerables monasterios en Egipto, 384.

-San Gadescalco, abad de San Bertin (Francia), 1176.

-San Gerásimo, abad, Calabria (Italia).

-San Gil de Santarén, 1265.

-Santa Juliana de Norwich, célebre por sus revelaciones y escritos místicos (Inglaterra, 1342). En ellos se nos manifiesta como una alma poco instruida en las ciencias humanas, pero abrasada en los amores divinos. Es, sobre todo, uno de los más asombrosos ejemplares que el cristianismo ofrece como apasionados del sufrimiento. Todos los días pedía tres gracias: sentir hondamente la pasión de Cristo, padecer graves enfermedades por su gloria y vivir unida con Dios. A los treinta años cayó enferma y el resto de su existencia fue una agonía terrible.

-Beato Tutón de Ratisbona, monje de San Emerardo, secretario del emperador Arnoldo y obispo de Ratisbona; perseguido por el emperador Corvado, a quien acusó de haber robado y vendido un maravilloso Evangelio de su iglesia catedral.

domingo, marzo 09, 2008

Inicia tercer periodo del Taller Activo de Novela

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(Diseño cartel: Renato Piccini)
Da click en la imagen para ver en grande


Estamos por iniciar, el próximo 31 de marzo, los lunes de 10 a 13 horas, el tercer periodo del Taller Activo de Novela en la Escuela de Escritores de la SOGEM.

Están invitadas a inscribirse todas aquellas personas que quieran desarrollar un proyecto de novela, desde el germen de la idea hasta la primera revisión. Todos los proyectos se exponen y discuten en clase y se proporcionan indicaciones específicas para desarrollar y mejorar el manuscrito.

Si les interesa, apúntense y paguen desde ahora en el banco. Hablen a la Escuela de Escritores de SOGEM para apartar su lugar (excepto del 17 al 20 de marzo, porque salimos de vacaciones de Semana Santa).

Si no pueden o no les llama la atención, les agradezco que difundan la información entre sus amistades y conocidos a los que crean que les pueda interesar.

Si no se reúnen mínimo diez personas antes del día de inicio del taller, éste no se abrirá. Los datos están más abajo.

Si necesitan más datos, me pueden contactar por aquí o en mi correo: gvegaz@yahoo.com

ESCUELA DE ESCRITORES DE

LA SOCIEDAD GENERAL DE ESCRITORES DE MÉXICO

invita a los interesados a inscribirse al

TALLER ACTIVO DE NOVELA

que imparte el escritor Guillermo Vega Zaragoza

DIRIGIDO A: Escritores y personas interesadas en desarrollar el proyecto de novela de cualquier género, desde la concepción del argumento hasta la redacción de la primera versión.

OBJETIVO DEL TALLER: Elaborar y desarrollar los elementos necesarios para realizar un proyecto de novela que incluya la redacción de un primera capítulo que permita avanzar hacia la escritura del original definitivo.

TEMARIO:

  • Invención del argumento y la historia.
  • Detección de los conflictos.
  • Caracterización de personajes.
  • Definición de las voces narrativas y puntos de vista.
  • Creación y revisión de diálogos.
  • Desarrollo de escenas y secuencias.
  • Tratamiento de la trama y la estructura.

Horario: Lunes de 10:00 a 13:00 horas (10 sesiones de 3 horas c/u)

Inicio del tercer periodo: 31 de marzo de 2008

Costo del curso: $ 3,000.00

Forma de pago: Depositar en Santander-Serfin

Cuenta: 65501158585 a nombre de SOGEM.

Inscripciones de lunes a jueves (excepto del 17 al 20 de marzo, por Semana Santa)de 17:00 a 21:00 horas, presentando ficha de depósito. (Si pagaste, puedes avisar por teléfono y presentar la ficha el día de la primera sesión).

Inscripciones y clases en Eleuterio Méndez no. 11, esq. Héroes del 47,

Col.Churubusco Coyoacán (a tres cuadras del Metro General Anaya).

Tels. 56 88 24 29/ 23 16/ 20 28.

Grupo mínimo de diez alumnos.

Sólo en caso de no formarse el grupo se devolverá el dinero.

viernes, marzo 07, 2008

Dan premio literario a un complot fallido

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por Yanet Aguilar Sosa

El Universal/Viernes 07 de marzo de 2008

Álvaro Uribe obtuvo el galardón Poniatowska por la novela Expediente del atentado, que narra una conspiración contra Porfirio Díaz

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

La novela histórica Expediente del atentado del escritor Álvaro Uribe, resultó ganadora del Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska, dotado de 500 mil pesos.

El jurado —integrado por el guatemalteco Rodrigo Rey Rosa y los mexicanos Daniel Sada y Federico Campbell— premió la novela de Uribe por su naturaleza polifónica y lenguaje consecuente con el tema. “En sus diversos registros logra mantener a lo largo de la trama un notable nivel de intriga, mismo que jamás decrece”.

Federico Campbell —único jurado que asistió al anunció del premio— celebró la perfección estructural de Expediente del atentado y la capacidad de Álvaro Uribe de mantener la “tensión dramática constante a partir de un hecho de crónica: un atentado contra el presidente Porfirio Díaz a finales del siglo XIX”.

Aunque Uribe no acudió al anunció del premio que organiza el gobierno del Distrito Federal, a través de la Secretaría de Cultura, el jurado exaltó la precisión del autor en cada palabra, el lenguaje idóneo para cada personaje y la confluencia de los puntos de vista narrativos.

El galardón, destinado a premiar una novela publicada, es el más importante que se entrega en México en este género, aunque en ésta, su primera edición, sólo se recibieron 53 novelas —35 de México y el resto de España, Cuba, Bolivia y Puerto Rico—. El certamen rinde homenaje a la escritora mexicana Elena Poniatowska y busca promover el fomento a la lectura y el fortalecimiento a la industria editorial.

Sobre el tema, Eduardo Clavé dijo que el premio garantiza un relanzamiento de la novela de Uribe, publicada por Tusquets Editores, al mismo tiempo que “anima a las editoriales para que publiquen más”; pero aceptó que a la Secretaría de Cultura le faltó dar mayor difusión a la convocatoria del premio en las naciones de Iberoamérica.

El jurado leyó sólo seis de las 53 novelas, porque un prejurado —del que no se dieron nombres— hizo la primera selección; de las otras obras sólo entregaron las actas de dictaminación. Aunque decidieron no dar los nombres de las novelas finalistas, como sí lo hacen premios como el de Narrativa Antonin Artaud en México, Campbell dijo que la de la Uribe fue la única histórica y las seis en conjunto tenían similitudes: fueron escritas en primera persona y el narrador era al mismo tiempo personaje.

El Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska de la Ciudad de México para novela publicada supera los 80 mil pesos que ofrece el Premio Mazatlán de Literatura o los 100 mil del Narrativa Colima, ambos para obra publicada.

Sin embargo le falta difusión para alcanzar la misma o una similar respuesta a la que tienen premios como el Planeta, Anagrama o Alfaguara, éste último, en su reciente edición concursaron 510 obras para obtener 1.8 millones de pesos.

Álvaro Uribe recibirá el galardón el sábado 8 de marzo, a las 18:30 horas, en el Museo de la Ciudad de México, en el marco de las celebraciones del gobierno del Distrito Federal por el Día Internacional de la Mujer.

miércoles, marzo 05, 2008

La Diva de la Anarcumbia

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Es hija de Rockdrigo González, "El Profeta del Nopal" que murió en el terremoto de 1985 a causa de un pasón de cemento.

Estudió en la Escuela de Escritores de la SOGEM.

Dicen sus publicistas que es la heredera de Chava Flores y de El Personal de Guadalajara (tampoco exageren).

Dice ella que el Willy Fadanelli es su gurú y mentor.

Es la diva del nuevo género musical que está levantando ámpula: la anarcumbia (¿quién dijo que ya no había nada nuevo bajo el sol?).

Obviamente, les caga a todos aquellos a los que les gustaría borrar de un plumazo la ojeta realidad que vive este país para que todo fuera como una telenovela de Televisa o un video de RBD, pero ella nos restriega de la mejor manera (con humor e irreverencia) esa realidad en la cara y, además, ¡nos pone a bailar!

¡Es Amandititita!

Aquí les dejo cuatro videos de sus canciones y la dirección de su sitio en MySpace (escuchen "La cumbia de TELMEX", ¡no tiene madre! Sorprendentemente, su disco sí lo venden en Mix Up y creo que hasta en el Sanborns. O a lo mejor el ingeniero ni siquiera se ha enterado de lo que dice la canción, jajaja).

UPDATE (Viernes 7 de marzo, 2008): Entrevista con la diminuta cantante en
La Jornada:

Amandititita, la Reina de la anarcumbia, debuta con un disco



Metrosexual



La Mataviejitas


Viernes de quincena


La Muy Muy

martes, marzo 04, 2008

Pacifista llanto contra la idiotez de la guerra

por Mario Jaime
Escritor Mexicano

A los que se nombran
colombianos, ecuatorianos, venezolanos, mexicanos
Hermanos
¿no somos, hermanos?
¿eso nada significa?
Caín y Abel sólo eso
Entonces no diré hermanos,
cantaré un réquiem sin sol
está tierra roja y negra, envuelta en ríos ahítos por la sangre
este idioma legendario, quijotesco y greguería, ¡nada significa!
Ni colombianos, ni mexicanos, ni venezolanos,
eso es pura demagogia de los ciegos que nos quieren trepanar
Somos hombres
Somos energía
Somos pureza y llanto
¿Por qué empuñamos los fusiles?
Cobardes
Cobardes si nos despedazamos
Cobardes si nos aliamos con la idea idiota de Soberanía y Patria
¿Vale más un atole calentito o una bala?
¿Vale más un abrazo o un machete?
¿Vale más una hija o un gobierno?
Escupamos a los ejércitos y a las banderas
Luchar contra la guerra es heroísmo
El odio no es la vía, no
¿Acaso no sabemos leer poesía?
Deja tu arma y abrázame
Rasga tu uniforme y mírate desnudo
Invítame a nadar y desdeña la masacre
Odia fuertemente la guerra, porque también fuiste niño
y de niño nunca quisiste ver tus manos en pedazos por granadas
así que nos las lances sobre esos niños que no nacieron en tu tierra
porque la tierra no es tuya, no es nuestra,
es la tierra y nosotros arcilla
Las fronteras son muros idiotas en mapas ignaros
La única frontera es la distancia entre un corazón y un demente
Ya basta de odio
Ya basta
Abrázame
y mirémonos desnudos